Lo primero que necesitaremos es una caja rectangular o una bandeja de bordes altos. Sirve una caja de zapatos (mejor de botas, que son más grandes), o una caja de plástico del tipo que se usan para guardar la ropa fuera de temporada.
Normalmente usamos un material base, que puede ser arena, piedras, macarrones... también se puede preparar una caja sensorial con arroz o con alubias. Prácticamente con cualquier cosa que tengamos por casa, especialmente en la cocina.
Aparte del material base a mí me gusta añadir después objetos de diferentes texturas, a veces usando un tema en concreto (por ejemplo la Navidad, el otoño, la playa...). En este caso mi intención era crear una caja otoñal con cereales, calabazas y castañas, pero mi hija se empeñó en usar dinosaurios y terminamos creando una caja sensorial con dinosaurios... otoñal. Realmente da lo mismo, lo importante es que haya objetos granulosos, grandes, pequeños, suaves y rugosos... y que los niños tengan libertad para experimentar con ellos, pasarlos de una mano a la otra, meterlos en vasitos, removerlos con cucharas...
A mí la experimentación con cajas sensoriales Montessori me recuerda mucho a cuando vamos a la playa y los niños se pasan horas metiendo arena en un cubo. De algún modo es como tener la playa en casa. No requiere mucho esfuerzo y generalmente no cuesta mucho de recoger después. Yo les digo que si algo se cae fuera hay que volver a meterlo dentro, porque si no la caja se queda vacía y no se puede jugar. ¡Se lo pasan de maravilla!
Para más ideas de actividades sensoriales te recomiendo encarecidamente el libro La Guía Práctica del Método Montessori, que tiene un capítulo entero dedicado a éstas. Además la mayoría se pueden preparar con materiales caseros, sin tener que comprar materiales complejos.
La guía práctica del método Montessori está llena de ideas de actividades sensoriales para hacer con los más pequeños de la casa. |
¿Habéis probado alguna vez a crear una caja sensorial en casa? ¿Qué tal os salió? ¿Les gustó a vuestros pequeños?